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La lección de vida de Roger Federer
Publicado
Hace 4 añosen
Por
Set Tenis
No pudo ser. El sueño de Roger Federer de volver a coronarse en Wimbledon se esfumó en cuartos de final frente a Hubert Hurkacz. Teniendo en cuenta el gran juego desplegado por el suizo hasta ese momento, la derrota tuvo un sabor amargo e inesperado. No por la eliminación en sí, sino por la forma en la que se produjo. Simplemente, Federer se quedó sin combustible. Daba la sensación de que su cuerpo no respondía a los deseos de su mente. El 6-0 final con el que cayó añadió aún más impotencia. El propio jugador de Basilea, consciente de que no podía ofrecer más de sí mismo, bajó los brazos y aceptó que su rival polaco fue mejor que él.
No es exagerado afirmar que el sueño de Roger era compartido por prácticamente todos los aficionados al tenis. El suizo levanta pasiones por cada rincón del mundo y, a punto de cumplir 40 años, es innegable que su retirada no queda lejos. Al verle se despierta una sensación de melancolía, rememorando un pasado que, seguramente, no volverá. El de Federer venciendo en Wimbledon con una autoridad tan aplastante como duradera. Sus 8 títulos sobre la hierba londinense reflejan que, sobre esa superficie, no ha existido otro tenista igual. Y, como sucede con los deportistas tan extremadamente competitivos como él, este año ha buscado agrandar sus vitrinas, se ha dado una nueva oportunidad para saborear la gloria.

Es evidente que, de haber ganado, el triunfo habría tenido un regusto especial. Tras dos operaciones de rodilla y más de un año alejado de las pistas, su principal objetivo en su proceso de recuperación estaba claro. Roger sabía que Wimbledon sería su opción más clara para regresar a lo más alto y conseguir su vigesimoprimer Grand Slam. Él mismo lo indicó hace unas semanas. Sentía que todavía le quedaba una bala para hacer algo grande. Con su eliminación el miércoles pasado, parece que el suizo se ha quedado sin cartuchos, que ha perdido la batalla que mantiene con Nadal y Djokovic por ser el tenista con más títulos de Grand Slam de la historia. En definitiva, que ha fracasado en su meta y que su esfuerzo por recuperarse de la lesión no ha dado sus frutos.
Nada más lejos de la realidad. Federer ha salido victorioso con creces. Puede sonar utópico, pero, en ocasiones, en la vida el resultado final es secundario. Lo importante es dejarse el alma por hacer lo que crees, por seguir tus sueños. El de Basilea, habiendo obtenido todos los récords, el reconocimiento universal y la fortuna, aún siente el deporte que ama con el mismo fervor que cuando debutó. Todavía tiene la necesidad de demostrarse a sí mismo que puede alcanzar lo que se propone, que sigue siendo capaz de batir a cualquiera que tenga enfrente.
Puede que ya no sea el jugador que fue. Quizás no vuelva a ganar un Grand Slam e, incluso, que su retirada sea inminente. Nada de eso importa realmente. Lo que verdaderamente cuenta es que, sin duda, puede estar satisfecho con su trabajo y dedicación. La pasión, la entrega por tratar de mejorar, de sobreponerse a las adversidades, son valores fundamentales en el día a día de cada persona. Por eso, Federer nos ha brindado una lección de vida a todos: sea cual sea tu sueño, por muy complicado que parezca, lucha por él. Lo mejor de Roger es que, pase lo que pase, nos hace confiar en lo aparentemente imposible. ¿Y si su última oportunidad le espera en Wimbledon 2022? Los sueños, sueños son, hasta que se hacen realidad.

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César San Juan
el
Buena crónica, no solo tenística, también como reflexión de Psicología positiva.