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El año de los top ten: Schwartzman tuvo un 2020 soñado
Publicado
Hace 4 añosen
El Peque consiguió dos victorias ante tenistas Top-3 (Nadal y Thiem), alcanzó su primera final en un Masters 1000 y su primera semifinal en un Grand Slam, ingresó al Top-10 y se clasificó a las ATP Finals.
En el 2020, Diego Schwartzman inscribió su nombre en la historia grande del tenis nacional y el tenis mundial tras acceder al selecto grupo de los 10 mejores del mundo. Diego (8º), se convirtió en el duodécimo argentino en conseguir este lugar privilegiado; los anteriores habían sido Guillermo Vilas (2º), Juan Martin Del Potro (3º), David Nalbandian (3º), Guillermo Coria (3º), José Luis Clerc (4º), Gastón Gaudio (5º), Guillermo Cañas (8º), Alberto Mancini (8º), Mariano Puerta (9°), Martín Jaite (10°) y Juan Mónaco (10°).
Schwartzman vio este año los frutos de un arduo trabajo, mucho sacrificio y sus constantes ganas de seguir mejorando. En el 2017 ingresó al top-30 (no volvió a salir desde ese entonces), mientras que en 2018 había alcanzado el puesto 11; pero nunca se conformó con lo logrado hasta ese momento.
Luego de un buen 2019, donde logró mantenerse entre los mejores (finalizó 14 del mundo), el Peque comenzó el 2020 con octavos de final en el Abierto de Australia y final en el ATP de Córdoba (cayó ante Cristián Garín), como resultados destacados. Pero en Buenos Aires, tras derrotar a Pablo Cuevas en cuartos de final, en casi cuatro horas de partido, el argentino sufrió un desgarro en el aductor que lo imposibilitó de seguir disputando el Argentina Open, además de no poder jugar en el ATP de Río de Janeiro y en la serie de Copa Davis ante Colombia.
Vuelta a las canchas y desilusión
Por la lesión en su aductor y, mas tarde, la suspensión del tenis a causa de la pandemia de Covid-19, Diego no compitió desde febrero hasta agosto. La gran ilusión de volver a competir, se transformó muy rápidamente en frustración. Schwartzman cayó en la segunda ronda del Masters de Cincinnati (ante Reilly Opelka) y luego, sufrió una durísima derrota ante Cameron Norrie en su debut en el US Open, tras estar dos sets arriba. Las caídas en la corta gira por Estados Unidos fueron un duro golpe para el argentino y lo llenaron de incertidumbre de cara a la gira europea de polvo de ladrillo.
De la frustración a la alegría máxima
La pandemia, los meses sin jugar y las duras derrotas en la gira estadounidense no lograron derrumbar al Peque. Como es su costumbre, siguió trabajando e hizo los ajustes necesarios para no volver recibir tales golpes. Los resultados no tardaron en llegar: Schwartzman tuvo la mejor actuación de su carrera, en el Masters de Roma. En el Foro Itálico venció en cuartos de final a Rafael Nadal (6-2 y 7-5), consiguiendo su primer triunfo ante un Top- 3, derrotó en semifinales a Denis Shapovalov (6-4, 5-7 y 7-6) y accedió a su primera final de Masters 1000, donde cayó ante Novak Djokovic (5-7, 3-6).
La victoria ante Nadal y su primera final en un ATP 1000, posicionó al argentino en un nuevo escenario: el de poder vencer a los mejores en los torneos grandes. La confianza llevó a Diego a soñar, y soñar en grande. Tras el fantástico resultado en Roma, Schwartzman trasladó su ilusión a París, donde pasó las primeras cuatro rondas de Roland Garros con gran solidez y jerarquía (venció sets corridos a Kecmanovic, Giustino, Gombos y Sonego). En los cuartos de final venció a Dominic Thiem (3 del mundo y reciente campeón del US Open) en un partidazo de 5 horas. Este triunfo le permitió acceder por primera vez a las semifinales de un Grand Slam (caería en dicha instancia ante Rafael Nadal) y meterse en el Top 10.
El 12 de octubre, el ranking mundial ATP mostró a Diego Schwartzman como número 8 del mundo, siendo la frutilla del postre de la espectacular gira europea. Pero la historia no terminó allí. La final en al ATP 250 de Colonia, donde perdió ante Alexander Zverev, y los cuartos de final en París-Bercy le permitieron a Diego ingresar por primera vez en su carrera a las ATP Finals (torneo que reúne a los ocho mejores del año). En el Masters de Londres no tuvo una gran actuación, perdió en sus tres presentaciones (ante Djokovic, Zverev y Medvedev), pero en nada opacó su gran temporada.
Si había alguien que merecía alegrías era Schwartzman. Cuatro meses de viajes y encierros en burbujas, trabajo duro y mucho esfuerzo tuvieron sus frutos. El Peque terminó 9 del mundo en un 2020 soñado, en el cual hizo historia. Pero si algo nos enseñó Diego es que no se va a conformar e irá por más, porque es su esencia: la de un luchador incansable.
Periodista Integral y Deportivo. 25 años.