El cruel paso del tiempo

El paso del tiempo nos enseña que las carreras de los tenistas concluyen. Incluso la de nuestros héroes, por más que nos resistamos a creer que sea cierto. Solo queda la nostalgia de aquellos protagonistas, quienes en momentos particulares nos hicieron felices. No importa a quien admiremos, tenemos el derecho de extrañar a quien nos emocionó, nos dio alegrías y marcó nuestras vidas.

Dos figuras se despidieron este miércoles de Roland Garros, con sus respectivos homenajes, marcados por el cálido aplauso del público, quienes reconocen en Diego Schwartzman y Dominic Thiem ser dos exponentes de las últimas generaciones. Tan solo cuatro años atrás, cuando el dolor de una maldita pandemia atravesaba la sociedad, los amigos nos regalaron una batalla inolvidable en los cuartos de final del Grand Slam parisino. Hoy, la Suzanne-Lenglen se puso de pie para despedir a los dos gladiadores.

Las lágrimas de Schwartzman y la sonrisa de Thiem, tras la ovación de los espectadores, le dieron el punto final a dos lindas historias, que terminaron demasiado pronto, pero que serán recordadas por siempre. El cruel paso del tiempo seguirá haciendo de las suyas y nos tendremos que acostumbrar a las despedidas de nuestros héroes.