A pesar de ser considerado el mejor tenista de la historia, Novak Djokovic se enfrenta a críticas a diario y abucheos en los estadios.
Novak Djokovic fue un trabajador silencioso, mientras los flashes enfocaban principalmente a Roger Federer y Rafael Nadal, quienes se disputaban la corona. Todo estuvo bien hasta que el serbio comenzó a “molestar” a los reyes del tenis, generando un malestar, no expresado, y se agudizó cuando el protagonismo de Nole en el circuito fue evidente.
Destronar a los dos favoritos del público no le resultó gratis a Djokovic, quien tuvo que ingresar a cada estadio con la mayoría de los espectadores en su contra, quienes se sumaron a los opinadores de sillón y juntos, se encargaron de crear en el serbio una figura de villano, que nunca existió como tal, pero era la excusa perfecta para desechar la posibilidad de considerarlo como el mejor tenista de la historia.
Pasado el tiempo, ya con todos los récords a su favor se llegó a un consenso de que es el Goat del tenis, como quien le tiene que dar la razón al que le cae mal. A pesar de la aprobación, continúa la resistencia de un público que espera a un duque de traje y galera, y de “buenos modales».
Ante las críticas de los espectadores, a quienes suele enfrentar en varios partidos, Djokovic tuvo que ser su propio favorito, expresar el deseo de querer ser el mejor y luchar hasta lograrlo, “destrozando” a sus rivales sin importar jerarquías ni generaciones. Jugar para si mismo y ser el mas grande de todos los tiempos.
